Después de 5 fines de semana sin salir ni a mirar si llovía, el viernes fuimos a Carreras, más precisamente al Blue Door. Para el que no conozca el boliche en cuestión, les comento que ahí va la crême de la crême, la nata, la pomada de la noche cordobesa, allí las personas hablan otro dialecto y utilizan frases como “tipo na’a”, “¡ob-vio!”, “dólares”, “Mini Cooper”, “no entiendo” y “Póngame 350 cc en cada una, Doctor” y los hombres van vestidos como si hubiesen estado durmiendo durante 3 días con la misma ropa y no tuvieron tiempo de mirarse al espejo aunque sea para sacarse las lagañas.
El Blue Door es el restaurant del boliche y además la zona VIP del mismo, y como nosotros no podíamos ser menos, fuimos ahí, donde está lo más in (también tiene una zona revery vip, pero ya no nos dio el cuero). Después de degustar una picada y brindar por nuestro exitismo, decidimos mojar el paladar con bebidas de las estación tales como vodka Smirnoff, Red Bull, Baby Chandon, Bailey’s y un jugo San Justo sodeado. Ya cansados de estar en lo más in, pasamos al sector out, separado de nuestra estirpe por un cerco cuales vacas con los dueños del campo. Dimos un par de vueltas, pero nos dimos cuenta que esta zona no tenía el glamour, el feeling y el pedigree que necesitábamos así que volvimos a la zona V.I.P., donde viven personajes diversos, desde la rubia con más gomas que Michelin, 
hasta el rugbier con tantos esteroides que matarían a una familia de caballos, pasando por las viejas ultra arregladas y tan bronceadas que parecen la suela de una alpargata puesta media hora al horno; la pendejita histérica que no sabe que cuando cumpla 25 nadie le va aguantar un “No”; el flaco con más alcohol encima que Porta Hnos. que se pasea colgándose de cuanta pollera hay dando vuelta; el ganador que se para en el medio entrecerrando los ojos, mirando al infinito como si no le importara estar ahí y nosotros.
Luego de dar un par de vueltas, sacar fotos, decidimos asentarnos en un lugar y formar nuestro típico halo anti materia. Finalmente, con el alba, emprendimos viaje hacia nuestras respectivas casas con una especie de sabor agridulce en la boca.
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Chillin en el Blue Door (no, no CHILE, chillin, busquen un diccionario)
Vos la marcás a la gringa, vos vas te la chamuyás a la morocha y vos corré en círculos
¡Ay! Tan lejos…
Con las Amazonas (nota, no es por tirármela de alto, pero mido 1,85 y las minas me sacaban media cabeza, uds calculen)
¿Qué comen? ¿Jirafas de desayuno?
El Turko y yo IN, el Toto, OUT
Turko, Toto y Pablo disfrutando estar de este lado de la verjita
El Halo, nuestro propio sector VIP
Eso es saber echar gente y no macana
¿Cuánta guita me queda…? A ver, un baby chandón, un bayle’s, treinta mangos de nafta… Mmm, está caro el glamour
The L Team: Hannibal, Face, Mario Baracus y el Loco Murdock
Pablo, yo, el Toto y el Turko
Formando el Halo solo
Comienza la magia
¿Y por qué no querés ir? ¿De qué tenés miedo?
¡Qué pasión! ¡Qué beso! ¡Qué pelotudo!
La ronda de la batata
Totó, Tina, Juanito y Ojota
En 27 años no te fuiste a dormir nunca a la casa del Toto y una vez que puede darle de comer a la zarigüeya vos le pateás el tarro, perro viejo…
Con el Ale Martos a la salida
¿Y bo qué mirá?
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