Salida Loser

Perdón, perdón, perdón… Lo tengo descuidado al blog, pero yo advertí que iba a pasar esto de no actualizarlo por semanas. Pasa que estuve con un temilla de remeras (visitá el sitio acá) y eso me consumió todo el tiempo, más la tesis y mujeres (este último ítem puede ser discutido).

Estuve esperando que Pablo “Missing In Action” Y. Q. mandara las dichosas fotos de la última salida Loser justamente al lugar que inspiró el nombre del Blog: Living 4. Después de una apurada (leáse intimidación psicológica a través de mails) de Darío “Pretty Boy” D’A. decidió enviarlas.

Si quieren pueden ir directo a las fotos que son una obra de arte detrás de otra, pero se perderían el relato de aquella salida. Bueno, asumiendo que alguien sigue leyendo esto, continúo: Después de que Ernesto “Esta vez corto de en serio con mi novia, no en serio, estoy RE deprimido” P. nos invitara a Living 4 al cumpleaños del primo lanudo (no lana de pelos si no de la otra, la que compra pelos) decidimos aventurarnos al lugar que nos vio crecer como la pomada (crema de la nata, el high level de la gentuza) que fuimos y somos. Luego de hospedarnos por escasas 2 horas en la posada de Pablito donde degustamos diversos brebajes a base agua aromatizada y guaraná con café emprendimos viaje en la nueva adquisición motorizada (nota: la foto puede diferir del modelo final) de Darío “Too Rich to be famous” D’A. Llegamos a la 1:30 am a la puerta del establecimiento y fue ahí donde comenzó nuestra odisea. Juro por mi vida que nunca fuimos tan loseados como esa espera en la entrada. Primero, como Cristo resucitado, pero sin barba, apareció un ángel que nos preguntó si teníamos FREE para entrar (iluso, no sabía él que nosotros pagamos hasta en una iglesia) ante nuestra negativa, decidió obsequiarnos 3 de los preciados bienes. Obviamente él pasó antes que nosotros mientras seguíamos esperando. Y acá es cuándo se empezó a poner jodida la cosa: aparentemente, en todas las partes del mundo, cuando se está del “otro lado” de algún cordón (llámese de la vereda, zapatilla o en este caso de la entrada) los guardias automáticamente adquieren poderes sobrenaturales que exceden a la comprensión humana: la súper discriminación, repetir la frase “un segundito que ya los hago pasar” hasta el hartazgo, mirar sobradamente al resto de las personas (sí somos personas por más que estemos del OTRO lado del cordón), volar (esto último no sé con certeza pero asumo que sí).

Los 3 “guardias” o cancerberos de la puerta de Losing 4 se creían una cruza entre los Halcones Galácticos, He-Man y Gokú. Uno, el pelado, que pensaba que era Vin Diesel en Riddick, realmente no tiene un pelo de tonto, y es el diplomático del Grupo de los 3 Amigos, tiene respuestas recurrentes ante solicitudes para pasar como: “Esperá un segundito”, “Ya los hago pasar, esperá un segundito”, “¿Y qué querés que haga?, vos sabés como es la puerta, esperá un segundito” y “Esperá dos segunditos”. El segundo guardia era una cruza entre Frankenstein y el oso Yogui deambulando por el parque tratando de robar la miel para comer con Bubu. Este ya no hablaba (tal vez producto de los años de lobotomía, esteroides y algún que otro golpe) y sólo emitía gruñidos, graznidos y algún que otro aullido mientras hacía pasar a cualquier cosa que usara tanga. El tercero era el más temible, probablemente el líder de la organización, sólo hablaba por comandos y se movía de forma extraña. Era una fusión entre el T-1000 de Terminator 2 y Robocop. Poseía un andar casi felino, como si estuviese enjaulado por los finos cordones de terciopelo que lo separaban de la muchedumbre. Tenía una mirada penetrante y fría, casi calculadora, sabía a quién discriminar y a quién no, cuándo levantar el ganchito para hacer pasar a dos trolas y cuándo ponerlo de nuevo para hacernos cagar de frío. Murphy (como lo llamábamos cariñosamente) respondía monosilábicamente mediante sus directivas de la OCP: 1. No hacer pasar nunca a esos 3 giles de la puerta; 2. Defender la ley y el orden; 3. Que esperen un segundito.

Ya con los huevos llenos y hartos, justo cuando nos estábamos por ir, el Pelado Diplomático, nos abrió el portal y pasamos (obvio que a esa hora los frees ya se habían vencido y estaban poniendo los adornos para Pascua pero igual entramos). ¡Cashin! Como peces en el agua decidimos ponernos en un nivel al que yo llamo “estado almíbar” (es un punto más que caramelo), cuyos síntomas son: 1. Labia; 2. Sentimiento de invulnerabilidad; 3. Sensación de ser dueño de todo; 4. Euforia; 5. Depresión; 6. Ganas de ir a comer panchos. Nuevamente realizamos una alquimia entre dos líquidos y volvimos a la acción, o eso creímos. Con nuestro estado acelerado y el resto de lugar no, poco a poco fuimos perdiendo la magia y nos dedicamos a sacar fotos y robar (pedir prestado) pajitas (sorbetes) de las barras. Mientras Darío “Tonight Is My Night” D’A. construía poco a poco lo que sería la primera vez en 5 meses que alguien acaricia su nutria y no es él. Ya con el espíritu vencido y muerto de sueño (al menos yo), emprendimos el retorno a nuestros hogares, no sin antes dejar a Pablo “Sólo voy a saludarla” Y. en el último paradero que fue visto: Bvar San Juan al 600. Haciendo un llamado a la solidariad si alguien posee alguna información de este muchacho, comuníquelo a la dependencia más cercana, ya estamos por poner su foto en los cartones de leche a ver si aparece. Finalmente, Darío emprendió viaje hacia su destino y la felicidad de su nutria.

Y ahora sí, asumiendo que no te fuiste a buscar algo para tomar los dejo con las fotos (alguien me dijo que siempre salgo con un vaso en la mano, no es tan así…):

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