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martes, 24 de marzo de 2009

Un mundo perfecto

¡Sí! Volvieron las fotos. Después de una larga ausencia volvieron. Después de otra salida paupérrima con Matías “Black Kiss” Ll., Pablo “La euforia” Y. y Darío “I Love Chunky Girls” D’A. Triste, triste fue. Pero no importa, estamos acostumbrados. Los cortes de rostros que tiene esta cara son incontables, pero ojo, siguen doliendo. Lo que me hace preguntar: ¿Qué tal si el mundo de géneros fuera más equitativo? Y no estoy hablando de lo laboral con lo que van a saltar las 30 feministas (palabra elegante para decir “mina con pelo en el sobaco”) que leen el blog. Imagínense por un segundo un mundo al revés. Donde las mujeres paguen más que los hombres por entrar a un boliche. Donde una chica se haga a un lado para darle paso a un chico para que se suba al colectivo. Donde la mujer pague toda la cena para que el tipo no se sienta incómodo. Donde la mina lo pase a buscar al muchacho.

Piensen un segundo esta situación: un hombre, soltero, está lo más tranquilo en su casa un viernes a la noche, comiendo un lomito, tomando coca, packeteándose un poco y viendo Padre de Familia por FX. De repente le llega un mensaje de una chica que le dice que está sola en la casa que si tiene ganas de ir. ¿Qué es lo más lógico? Que el tipo deje el lomito, salga disparado como una bala, se gaste 20 mangos un taxi, lleve algo para tomar y vaya a la casa, ¿No?. Ahora, trasládenlo a la inversa. Imagínense que uno hombre le manda ese mensaje a una chica. “Venite que estoy solo. ¡Ah! Traete un fernet de paso. Besos”. ¡Ja! En mis sueños.

Piensen en esta situación mujeres. Uds siempre dicen que la vida de un hombre es mucho más fácil. Ahora, imagínense que están solas. Que se juntan un sábado para salir con sus amigas, toman, hacen la previa, se ríen, charlan, se ponen su mejor perfume, tanga y lápiz de labio. Se miran al espejo antes de salir, se arreglan el pelo y emprenden viaje. Supongan que tienen que destinar 30/35 de su presupuesto para pagar una entrada para estar del otro lado del cordón. Que van a un boliche a hacer fila para entrar y ven como pasan los hombres uno tras otro y uds esperan apretadas por la multitud. Uds llegaron hace media hora, pero llega un tipo vestido “provocativamente” con un amigo y pasa directamente ¡Y sin pagar!. Sigan imaginando. Imaginen que entran y piden algo para tomar (acuérdense, ya pagaron una entrada de 30 pesos mientras que el resto de los hombres pagó menos o no pagó nada). Mientras toman divisan a sus posibles presas. Que ese guaso está lindo, que ese me miró, que ese parece bueno. Juntan coraje (y alcohol) y se le acercan, le tocan el hombro y le dicen “Hola”. El hombre, muy despectivamente las mira (si tienen suerte) de arriba abajo y sigue bailando. Uds insisten y les dicen de nuevo “HOLA” con su mejor sonrisa. Ya ahora directamente las ignora y baila con sus amigos. Pasa otro grupo de chicos caminando y toman de la mano a uno para bailar y éste no hace más que zafarse con cara de asco y seguir si su rumbo. Piden otro trago. Juntan más coraje. Se acercan a un grupo de chicos y se ponen a bailar cerca, dicen algún comentario tonto y uno de los hombres les dice “No, gracias flaca, pero hoy vinimos a bailar entre amigos nada más. Te agradezco”. Siguen dando vueltas. Consiguen entablar una conversación con algún tipo mediamente que les parece atractivo. Después de hablar 15 minutos entre un ruido infernal, los amigos que van de acá para allá y se lo quieren llevar a otro lado de la pista “porque sí”., pensando cada frase para no parecer aburrida. Y finalmente cuando se va con sus amigos, le piden el número de teléfono, pero no quiere dárselo. El mail, pero tampoco. Y se preguntan ¿Qué hice mal?. Llegan sus amigas y te dicen “¿Y?”. “Y nada”, responden. Y empienzan los cuestionamientos que te “dormiste” que deberías haber hecho esto, lo otro, que a ese tipo le gustan las minas más decididas, o por el contrario, que lo arrebaste demasiado rápido.

Imagínense un mundo así. Que salen del boliche y no tienen ganas de saber nada con nadie y terminan comiendo un choripán en un carrito a las 5 y 30 de la mañana porque se hartaron que les corten el rostro. Maldiciendo que todos los tipos son unos imbéciles. Ahora imagínense que eso lo tienen que repetir todos los sábados (y a veces viernes) de su vida. Vamos a ver si sobrevivirían UN sábado de que todo el mundo les dijera que no de las formas más diversas. ¿Fácil el mundo del hombre? No. Pero, como dije al principio estamos acostumbrados. Estamos acostumbrados a remarla, a lucharla hasta el cansancio. El “No” ya lo tenemos. Lo que tenemos que conseguir es el sí. Y vaya que luchamos por conseguirlo. Armamos estrategias, alianzas, pactos, lo que sea por obtenerlo. Volvemos a nuestras casas derrotados uno ya otra vez, pero lo seguimos intentando.

Así que la próxima vez que rechacés un tipo en un boliche o cualquier lado, pensá en la cantidad de “no”, forreadas, rechazos y negaciones que tuvo en su vida y pensá un segundo si vos te hubieras bancado alguna vez algo así. Imaginá.

Saludos.

Y ahora sí, las dichosas fotos:




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