Con todo el equipo lesionado, de vacaciones o peseteando, fui a jugar un partido imposible en el Uruguay. Sabía que iba a perder. Tenía menos balas que Kung-Fu y armas que MacGyver, encima estaba más solo que Comando en el confesionario. Pero así y todo fui a tirar la única bala que tenía. Era eso o la usaba para suicidarme... Oh... Por qué no me quedé viendo Nickelodeon. La tiré, dio contra la pared de kevlar... Miré un rato más el cielo estrellado... Tocona y a dormir. Igual creo que fue un resultado digno, sabiendo que no había posibilidad alguna. Malditas hippies, no saben qué carajo es un jabón, shampoo o toallitas femeninas, pero sí saben correrte la mano si las sacás a bailar. A Juanito... Que tengo doctorados en forreadas y he dado clases en todo el mundo... A papá justo.
Cuando vuelva de Uruguay expondré un poco más las teorías sociológicas del comportamiento de la mujeres y por qué no el mío. Saludos.
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